Meditaciones. Me aburren, me duermo, no tengo paciencia

Estas afirmaciones me pasaban antes de saber meditar, hay muchas meditaciones, no solo cerrar los ojos, dejar la mente en blanco (cosa imposible para mí, supongo que para ti también), pero también hay meditaciones en las que bailas, cantas, te mueves.

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SalmónYoga

8/7/20234 min read

fita pequeña en la playa
fita pequeña en la playa

Hace 1 año, cuando pensaba en meditar, veía videos, escuchaba a mis amigas que le iban genial, yo solo pensaba, “¡Qué aburrido! Si yo me duermo, me pongo nerviosa porque no consigo dejar mi mente en blanco, ¡es imposible!” Pues no, no es imposible y se siente de maravilla.

Para empezar, no puedes pretender meditar más de 10 minutos, o incluso 5 minutos, tienes que educar a tu mente y prepararla para la meditación. Para esto, un buen entrenamiento sería la práctica de los pranayamas, que os conté en los 2 primeros artículos que publiqué (Pranayama I y Pranayama II). Poco a poco, al concentrarnos en la respiración, conseguimos calmar la mente y prepararnos para sumergirnos en el mundo de las meditaciones.

Como os he dicho al principio, a mí me costaba muchísimo, me aburría hasta pensar en “meditaciones”. Esto no es para mí, mi mente va a 200.000, no tengo paciencia, solo de pensarlo ya me aburre… ¡Que equivocada estaba! Hasta que un día entendí que la mente es la única que nos pone las limitaciones, que nos “creemos” lo que nos dice y entonces no lo hacemos, no lo probamos, no lo intentamos, porque igualmente la mente me está diciendo que no voy a poder, entonces, ¿para qué lo voy a intentar?

¡Que equivocada estás mente mía! Con práctica, paciencia y queriendo hacerlo, todo, absolutamente todo, se puede.

En este primer artículo de meditaciones os voy a explicar mis favoritas, las más fáciles por las que yo empecé y las que hicieron que empezaran a gustarme las meditaciones.

¿Empezamos?

La primera que os voy a explicar es VIPASANA, esta meditación, para mí, es la más fácil. ¿Por qué? Porqué solo tienes que fijarte en la respiración, en tú respiración. Fácil, ¿no? Tú eres el que observa y ejecuta.

Para esta meditación, necesitas sentarte de forma cómoda. Piernas cruzadas y espalda recta o tumbados en Savasana. Ojos cerrados y empezamos con una exhalación (para sacar todo lo malo) y después respiramos con normalidad. Poco a poco vamos calmando la respiración, haciéndola más lenta y profunda. Una vez estamos más calmados, nos fijamos en la respiración. Mientras inhalamos, nos concentramos en cómo entra el aire por la nariz y el recorrido que hace dentro de nuestro cuerpo, como baja por la tráquea, llega a los pulmones, éstos se hinchan y notamos cómo se expanden las costillas, el aire sigue bajando y notamos como se hincha el abdomen. En cada exhalación, empezamos a notar como el abdomen se deshincha, como sube el aire hasta los pulmones, éstos se deshinchan y las costillas se retraen, como sale el aire por la nariz.

¿A que tengo razón? Es una meditación muy fácil de hacer, sólo tienes que fijarte en tu respiración. En como entra el aire y como tu cuerpo se va adaptando a esa entrada y salida del aire. El movimiento que hace al respirar, en la inhalación se expande, en la exhalación se contrae.

Podéis empezar por 2 minutos, 5 minutos, 10… Por la mañana, por la tarde, cuando os cueste concentraros y así ayudar a calmar la mente, antes de iros a dormir… ¡Cuando queráis!

Apta para todos los públicos, no tiene contraindicaciones. El único límite, lo pones tú.

La segunda meditación que os quiero comentar es TRATAKÁ. La comenté en el artículo de los chakras, pero no os la expliqué, así que allá voy.

Para mí, esta es una de las mejores meditaciones ya que tiene muchos beneficios, os los listo aquí abajo:

  • Purifica los ojos, fortalece los músculos oculares y mejora la visión y la memoria.

  • Ayuda con problemas de insomnio.

  • Recomendada para los niños ya que ayuda a mejorar la habilidad de concentración.

  • Desarrolla la intuición, la habilidad de visualizar y la fuerza de voluntad.


Hay muchas maneras de hacer esta meditación, yo os voy a explicar la que a mí más me gusta o la que me funciona mejor.

Empezamos:

  • Nos sentamos en una postura de meditación, la mejor es sentarnos con la espalda recta, pero no rígida.

  • Cogemos una vela y la colocamos a la distancia de tu brazo estirado a una altura donde la llama te llegue a los ojos sin tener que subir o bajar la cabeza.

  • Abrimos los ojos y miramos la llama sin pestañear (es difícil, pero dile a tu mente que puedes). La llama tiene 3 colores. La base es de un color rojizo, la parte media es de un blanco brillante y la parte de arriba de un color amarillo “humeante”, ¿verdad? Pues nos quedamos mirando fijamente la parte de arriba, la más brillante.

  • Cerramos los ojos y verás que la llama sigue delante de ti. Nos concentramos en ella, pero sin crear tensión. Intenta no forzar la visualización o desaparecerá.

  • Repite estos pasos 3 veces.

  • El tiempo de la práctica tendrá que ir aumentando a medida que vayas practicando esta meditación, poco a poco y sin forzar. Al principio puedes empezar mirando fijamente la llama durante unos 5 minutos y poco a poco ir aumentando.

  • Puedes sustituir la llama con una imagen, pegando un punto negro en un folio blanco o un punto blanco en un papel negro. Si haces esto último, verás que cuando te concentras en un punto blanco, al cerrar los ojos verás una imagen negra y viceversa.


¿Qué os han parecido estás 2 meditaciones para empezar? Fáciles, ¿no? Cualquiera puede hacerlas. Recuerda que solo tú puedes controlar tu mente y demostrarle que sí puedes hacerlo, que sí te puedes concentrar y que no es aburrido meditar. Calman la mente y nos aleja de todo ese “ruido” que tenemos. Que nos viene muy bien en estos días que nos está tocando vivir. ¿Las ponéis en práctica? Solo unos minutos al día son suficientes.

En los siguientes artículos os iré explicando otro tipo de meditaciones.